Aún faltan más de dos años para el relevo

Hay sexenios en los que el ocaso llega en el cuarto año o incluso en el tercero, pero en el caso del presidente Andrés Manuel López Obrador lo que se vive es la campaña por la continuidad. A cuatro años de su victoria del 1 de julio y a 43 meses de haber iniciado su administración, el presidente goza de una aprobación ciudadana de más de 60%, lo que impulsa que su movimiento político busque trascender más allá del actual gobierno y por ello han convertido en prioridad la sucesión presidencial, indican especialistas.

Este viernes 1 de julio se cumplen cuatro años de la jornada electoral en la que López Obrador logró más de 30 millones de votos.

A diferencia de sus antecesores, López Obrador llega a este cuarto aniversario de su triunfo con una aprobación de 63%, de acuerdo con la encuesta de encuestas de Oraculus . Es el mandatario mejor evaluado de los últimos cinco expresidentes: Enrique Peña Nieto tenía 29% de respaldo; Vicente Fox, 54%; Felipe Calderón, 57%, y Ernesto Zedillo Ponce de León, 59%.

Azucena Rojas, profesora de la Escuela de Gobierno del Tec de Monterrey, considera que aún no ha comenzado el ocaso del sexenio de López Obrador, ello a pesar de que se habla cada vez más de la sucesión presidencial.

“Contrario a otros sexenios cuando a esta altura se veían claras caídas en aprobación, aquí lo que vemos son caídas y subidas en su aprobación. Eso es porque sabe cómo hablarle a los mexicanos, sabe dominar la agenda, eso lo mantiene en esos niveles. Ahorita no ha llegado el ocaso, él sigue teniendo el poder en sus manos y los que se perfilan para sucederlo están muy cuidadosos en no mostrar algún signo de alejamiento con el presidente, sino buscan un acercamiento”, explica.

Por estrategia y por no perder los reflectores, los presidentes en turno suelen “destapar” a sus perfiles un año antes del relevo en la presidencia , mientras ese momento llega se tienen que “leer” los movimientos y señales. Sin embargo, López Obrador lo hizo un año antes. En su conferencia de prensa, enlistó a tres hombres y tres mujeres como sus posibles sucesores y sobre quién recaería la responsabilidad de continuar con el movimiento de transformación que, asegura, él inició el 1 de diciembre de 2018.

Ninguno de los presidentes quiere que su poder se venga para abajo antes de tiempo, de hecho, no les queda de otra, por eso lo hacen un año antes, pero si pudieran lo harían hasta el final, pero por razones de tiempo, tienen que destapar a sus favoritos, pero eso aplica a todos”, explicó en una entrevista a Expansión Política, el investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), José Antonio Crespo.

Si bien el presidente tiene grandes pendientes en la administración pública como la seguridad y la economía, ha convertido en una prioridad la sucesión presidencial. ¿La razón? Es que su movimiento político trascienda a su sexenio.

“Vamos a seguir y va a haber continuidad con cambio, eso es lo que espero, continuidad con cambio. Yo espero que continúe la transformación con otro presidente, hombre o mujer, y que sea el pueblo el que elija libremente”, dijo el 18 de mayo de este año.

“El presidente está pensando en su legado más allá de sus obras: enfrentar un proceso electoral le sea favorable, que su movimiento se consolide y al mismo tiempo deje cimentado este tipo de liderazgo que ha establecido”, explica Efrén Arellano, catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Aunque ganó la presidencia, no dejó de hacer campaña. Mañaneras, programas sociales, críticas a sus adversarios, cuestionamientos al neoliberalismo, polarización, promesas han rodeado sus 43 meses de Gobierno.

«Andrés Manuel López Obrador ha estado en campaña desde que ganó… Ha apostado a programas sociales que se comenta son los que probablemente atraigan a toda esa cantidad de personas que están apoyando su gestión», considera Azucena Rojas.

Aunque el presidente ha asegurado que él no intervendrá en la selección del candidato presidencial del partido que fundó en 2014, sí ha delineado de quiénes podría salir el elegido. Primero nombró al canciller Marcelo Ebrard, a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum; a la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier; a la titular de Energía, Rocío Nahle; al embajador de México en Estados Unidos, Esteban Moctezuma y al representante de México ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Juan Ramón de la Fuente.

En un segundo lance, meses después, subió a la carrera presidencial a su paisano y hoy secretario de Gobernación, Adán Augusto López, pero su papel es diferente: no competir por la candidatura, sino ser los ojos y oídos del mandatario federal al interior de la contienda.

“El papel de Adán Augusto podría ser el fiel de la balanza. Se ha dado la lectura de que puede ser el Plan B o el caballo negro, pero más bien es quien está dentro de la contienda para mirar desde dentro quién es la mejor opción. Es el mejor confidente del presidente y quien podría convertirse en el gran elector porque es el oído y ojos de presidente en esa contienda”, dice Roberto Alonso Muñoz, analista político y académico de la Universidad Iberoamericana campus Puebla.

El interés del presidente de involucrarse en la sucesión presidencial desde ya, según los expertos consultados, responde a que quiere que quien sea el electo continúe con su proyecto, pues si bien Sheinbaum, Ebrard y López Hernández (los mejor posicionados) forman parte de Morena, tienen diferentes proyectos y visión de país.

“El estilo que pudieran tener cada uno para gobernar pudiera ser decisivo para ver por quién se decide el presidente López Obrador. Todos los presidentes tienen tentaciones de influir en quién será su sucesor algunos para cuidarse las espaldas, para cuidar equipos, para impulsar cosas que dejaron a medias, en el caso del presidente está pensando en consolidar su movimiento y darle viabilidad a esta nueva forma de vinculación con la opinión pública”, agrega Efrén Arellano.

El presidente fue quien abrió el tema de la sucesión presidencial justo a la mitad de su sexenio y también es él quien se ha encargado de recordar constantemente que aún faltan dos años de sexenio y en ese tiempo se puede hacer mucho.

“Van a ser los mejores, van a ser los mejores de todo el gobierno, pero no sólo para el Presidente, lo más importante es que van a ser los dos mejores años para el pueblo de México”, dijo en Malinaltepec, Guerrero, hace unos días.

En cuatro años, el presidente ha logrado un cambio en la forma de hacer gobierno en la que, según los expertos, se le reconoce la austeridad y una nueva forma de hacer política, sin embargo, en los dos años que le restan aún tiene grandes pendientes, entre ellos la seguridad , el crecimiento económico y el combate a la corrupción.

Este viernes 1 no habrá fiesta a lo grande en el Zócalo como sucedió el primer de la victoria, ni tampoco festejos en Palacio Nacional. Hoy el informe por la victoria del primer domingo de julio de 2018 será en la tierra del presidente rodeado de paisanos y celebrando que aunque a medias, otra de sus obras insignia se concretó y ahora la que sigue es el Tren Maya.